La blancorexia, una malsana obsesión por blanquearse los dientes

30/10/2015

Vemos continuamente a modelos lucir una sonrisa impecable con unos dientes color blanco nuclear, en televisión, revistas, famosos, etc. y la publicidad nos hace creer que cuanto más blanco mejor, pero llegado a un extremos esto deja de ser sano. El tiempo y nuestras costumbres van amarilleando nuestro esmalte y es normal querer verlos más relucientes, por lo que una buena higiene, una limpieza regular y algún blanqueamiento estará bien. Pero ir más allá de lo que nuestro odontólogo nos recomiende puede traer drásticas consecuencias.

Lo primero a tener en cuenta es que existe una gran variedad de tonos de esmalte dental y ninguno de ellos es un “blanco puro” si lo queremos llamar así. El color natural de nuestros dientes es un color marfil. Por lo tanto querer conseguir ese ideal nos puede frustrar y llevar a buscar soluciones nada buenas para nuestro esmalte. Otro factor es el genético, esto determina el color de partida, por lo tanto no sería prudente bajar más tonos de lo médicamente aconsejable. Nuestros hábitos son otro factor determinante, la alimentación o el tabaco los pueden ir amarilleando y por lo tanto la solución estaría en combinar un blanqueamiento en un centro especializado con el cambio de hábitos dañinos.

No es malo querer tener un mejor aspecto y conseguir unos dientes más blancos, el abuso sí lo es. Se debe explicar que el proceso de blanquear el esmalte dental consiste en eliminar los pigmentos de la superficie de las piezas dentales, de esta forma se consigue un aclarado, este procedimiento se realiza con perióxidos de hidrógeno y de carbamida. Ya que pueden dañar las encías o resultar tóxicos en cantidades excesivas debe realizarlo un profesional. También podrá utilizar métodos alternativos con un seguimiento en casa, como el blanqueamiento por luz fría. En manos de tu dentista es una técnica sencilla y no agresiva.

Un profesional no aconsejará que se siga haciendo blanqueamientos si puede dañar su esmalte. Pero el problema es cuando un paciente quiere continuar hasta conseguir el ideal de blanco nuclear y acude a tratamientos caseros que hay en el mercado, y que aplicados sin control puede tener efectos secundarios desde causarle una sensibilidad dental, hasta por el abuso afectar a la pulpa dental y llegar a necrosarse perdiendo la pieza. Por lo que el remedio será peor que la solución.

La blancorexia, al igual que otros trastornos, es una enfermedad psicológica y por lo tanto para tratarla se necesita la colaboración entre psicólogos y odontólogos. Afecta a la percepción que el la persona tiene sobre la realidad y por lo tanto nunca verá resultados satisfactorios. Hay que tener claro que ni existe la sonrisa perfecta modelo, ni el blanco ideal, cada una será única, mejorable o no, pero siempre dentro de los límites saludables que nos indique nuestro dentista. 

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